El Grupo Local SEO-Salamanca pretende mostrar la riqueza de la avifauna que puebla nuestra ciudad, por lo que proponemos una serie de paseos e itinerarios de una dificultad mínima para que cualquier persona pueda conocer las aves de la ciudad de Salamanca. Iremos incorporando en la barra lateral los distintos paseos que proponemos, pinchando en la foto podrás acceder a cada uno de ellos.

Paseo Fluvial en invierno.


      El paseo propuesto en esta ocasión discurre por la margen derecha del río Tormes a su paso por la capital provincial. Comienza al lado del puente peatonal que une el polígono de El Tormes con la urbanización de la Fontana, seguiremos el carril bici en la misma dirección que el río, por el Parque Fluvial pasando por debajo de los sucesivos puentes, Pradillo, Príncipe de Asturias, Enrique Estevan, para terminar en el Convento de San Esteban.


     Como digo, iniciamos la ruta en la trasera del polígono de El Tormes y seguiremos el carril bici, bajamos por una prolongada cuesta. Pasado el molino en ruinas se abre a la derecha una zona ajardinada, a la izquierda se amplia el soto con árboles más maduros donde predominan fresnos (Fraxinus excelsior) y chopos (Populus nigra), en el cauce hay canales del antiguo molino y manchas de enea y carrizo. Aquí hacemos la primera parada, con la trasera de la fábrica de abonos de Mirat. La empresa Mirat S.A. se constituyó en 1812. Comenzó fabricando almidones, diversificando posteriormente a otros productos como maquinaria, fitosanitarios o abonos. La fábrica se instaló en esta ubicación sobre 1876, utilizando los terrenos y los restos del convento de Nuestra Señora de la Victoria, de la Orden de San Jerónimo (finales del S. XV) la fábrica conserva vestigios de esta construcción como muros, bóvedas o arcos. Estas instalaciones son los únicos exponentes en buen estado de la arquitectura industrial salmantina del siglo XIX.
Primera parada. Trasera de la fábrica de Mirat.

     En esta primera parada podremos observar los bandos de pequeños pájaros como los lúganos (Carduelis spinus), jilgueros (Carduelis carduelis), pinzones vulgares (Fringilla coelebs), pardillos comunes (Carduelis cannabina), mitos (Aegithalos caudatus)… que se desplazan a lo largo de las riberas en busca de alimento en estos días invernales. Cabe destacar también la importante población reproductora de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), que constituyen varias parejas que crían en primavera a sus polluelos en los pequeños huecos de los muros del entorno de la fábrica Mirat, al igual que ocurre con una pareja de cernícalo vulgar (Falco tinunculus) o varias docenas de palomas bravías (Colurmba livia).

     Continuaremos la dirección del carril bici, para parar un poco más adelante, a la altura del Puente del Pradillo. Fue el segundo puente de hierro construido en Salamanca, después del desaparecido Puente de La Salud. Fue terminado en 1892 y cambiadas todas sus celosías en 1933. Con sus 306 metros de longitud es el mayor de todos los puentes de hierro de la Vía de la Plata. Aquí descubriremos, entre otras especies a la paloma torcaz (Columba palumbus), la garza real (Ardea cinerea) o el cormorán grande (Phalacrocorax carbo) que descansan dormitando tranquilamente en alguna rama de los chopos que se alzan en la orilla contraria. Con un poco de suerte podremos descubrir al gavilán (Accipiter nisus) en su vuelo rápido entre el bosque ribereño, o al halcón peregrino (Falco peregrinus) en la altura, en busca de presas.

Segunda parada. Puente del Pradillo.

     Seguimos adelante y en más de una ocasión tendremos la fortuna de descubrir una pequeña forma de colores azules y anaranjados que pasa a toda velocidad a escasa altura sobre la lámina de agua, es el precioso martín pescador (Alcedo atthis) el kingfisher -rey pescador- que dicen los ingleses. En estos días se alimenta de las pequeñas gambusias (Gambusia sp.), pequeño pez que se introdujo en muchos ríos para el control del mosquito, pero que como suele ocurrir su población se descontroló y se convirtio en otra especie invasora de nuestros ríos. Aunque de pequeño tamaño, es una especie que no sólo come las larvas de los mosquitos, su voracidad acaba con cualquier puesta que le quepa en la boca.

     El camino se va encajonando entre la tapia del colegio Rodríguez Fabrés con sus espigados álamos y la orilla del río que ha reducido a su mínima expresión el soto con fresnos jóvenes. El cauce se abre y aclara de vegetación, aflorando algunas ramas donde es habitual encontrar cormoranes descansando o solazándose. Hacemos la tercera parada en las cercanías del Puente Príncipe de Asturias. Empezó a construirse en 1998, después de una paralización debido a ciertas irregularidades fue inaugurado en junio de 2000. Sus 192 metros de longitud constituyen uno de los puentes más modernos de la capital. En esta zona podremos observar a la garceta común (Egretta garzetta), y los dormideros de diversas especies como la grajilla (Corvus monedula) y los estorninos negro (Sturnus unicolor) y pinto (Sturnus vulgaris). En esta zona es relativamente fácil llegar a observar algún ejemplar de visón americano (Neovison vison), otra especie invasora de las que tanto daño hacen a la fauna autóctona, prueba de ello serán las huellas que en su día, dejó en el cemento fresco del carril bici.

Tercera parada. Puente Principe de Asturias.

     Proseguimos la ruta, por un lado se abre el parque fluvial, con zonas ajardinadas y diversos árboles de gran porte como chopos, cipreses, abetos o pinos. Por el otro el soto de chopos, fresnos y álamos va ganando en altura.


    Hacemos la cuarta parada en las cercanías del siguente puente, el de Enrique Estevan (y digo Estevan con v, no es un error ortográfico). Se comenzó a construir en 1902 y tras numerosas interrupciones se inauguró el 22 de octubre de 1913 para descargar el tráfico rodado del Puente Romano. La construcción se debió al empeño del concejal que lleva su nombre. Tiene una longitud de 220 metros, repartidos en seis vanos de hierro de unos 43 metros apoyados en gruesos pilares de granito. En 1998 se iluminó, constituyendo una de las imágenes nocturnas más características de la ciudad con el conjunto catedralicio al fondo.

     El soto vuelve a convertirse en una mera hilera de fresnos, algunos de buen porte, que deja de nuevo al descubierto el cauce, salpicado de algunas islas de eneas y carrizos. Por esta zona podremos observar a la gaviota reidora (Larus ridibundus), y con menos frecuencia a la sombría (Larus fuscus), bañándose o descansando en el río. También es una zona frecuentada por martín pescador (Alcedo atthis), cormorán grande (Phalacrocorax carbo) y garza real (Ardea cinerea) .

Cuarta parada. Puente Enrique Estevan.

     Continuamos siguendo el carril bici, pasamos por debajo del puente de Enrique Estevan,  hasta llegar a la que será la quinta y última parada en las inmediaciones de la antigua fábrica de harinas El Sur, hoy convertido en museo e integrado dentro del Hotel Casino del Tormes. Se trataba de una industria hidráulica por lo que el Tormes está represado para canalizar el agua a su interior. Se ha construido una pequeña pasarela que nos eleva y adentra sobre el cauce del río. Aquí podremos localizar un pequeño dormidero de cormorán grande (Phalacrocorax carbo), es habitual la presencia de azulones (Anas platyrhynchos) o alguna inmaculada garceta común (Egretta garzetta) buscando su sustento entre las eneas de las orillas o de la pesquera. Habituales son igualmente los pajarillos que se afanan en las orillas o entre las ramas en buscar su sustento como pueden ser el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) o el casi omnipresente herrerillo común (Parus caeruleus) o los mucho más comunes gorriones (Passer domesticus) que por esta tierras llamamos pardal.

Quinta parada, fábrica de harina.

     En este punto damos por concluido el paseo, es el momento de que cada uno regrese a su casa, o como se dice vulgarmente, cada mochuelo a su olivo.


Texto: Gonzalo Criado, Miguel Blanco.
Dibujos: Juanjo Ramos.
Imágenes: Varios autores.

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